La escuela no es la esperada. La escuela de nuestro hijo no nos gusta… ¿Y ahora que tengo que hacer? Cuántas veces habré buscado esta frase o frases relacionadas con el tema por Internet y nunca he encontrado la respuesta exacta. Pues este es nuestro caso y es por eso que os quiero contar nuestra historia.
¿Cómo lo hemos vivido? ¿Cómo ha sido este año escolar? ¿Qué soluciones hay? Estas y muchas otras preguntas serán resueltas a lo largo de este artículo. Teniendo siempre en cuenta nuestra experiencia y nuestra opinión.
Os podría dar mil excusas del porque no nos movimos suficiente, pero realmente os estaría engañando y lo peor es que también me estaría engañando a mí. Seguramente el error principal fue focalizarnos en que queríamos que nuestro hijo estudiara en una escuela concertada. Error. Este es un mal enfoque. El problema no es que la escuela fuera concertada, sino que nos limitáramos tanto. En el mes de enero y sabiendo que en breves pariría (sufriendo por un tema organizativo habiendo un nuevo miembro en la familia) empezamos a enviar emails para ver algunas escuelas de nuestro alrededor. De las que vimos (todas junto a casa) una nos gustó mucho. Era donde yo había estudiado, pero todo más renovado y el sistema educativo totalmente actualizado. La escuela nos encajaba.
Pero al empezar todo hizo un giro. Nada era igual a lo que nos habían dicho. Ni las instalaciones, ni el sistema educativo actualizado, ni otras muchas cosas que tampoco detallaremos… Hasta que mi marido y yo nos dimos cuenta que el problema no era la escuela en si, sino nosotros. La escuela donde habíamos escolarizado a Ïu es una escuela tradicional y con unos valores que nosotros no compartimos muy anticuados a nuestro modelo de vida que seguimos. No por eso la hace menos buena. Simplemente nosotros buscábamos una escuela más moderna y con un sistema educativo menos tradicional, una escuela que se adapte más a nuestra forma de educar y esta no se adapta.
A partir de aquí empezaron todos los “problemas”. Era octubre/noviembre cuando vimos que la escuela no era como nosotros lo esperábamos. Había demasiadas cosas que eran contradictorias a nuestra forma de educar y muy diferente a cómo nos lo habían vendido, o al menos desde nuestro punto de vista. Añadiendo la complicada adaptación de Ïu a P3… Y por tanto, decidimos movernos.
¿Cuál era nuestro objetivo y que hicimos al respeto?
Llegados a este punto mi marido y yo teníamos claro que queríamos cambiar de escuela. Como se trata de educación infantil, la escuela no es obligatoria y por tanto, puedes desescolarizar el niño sin problemas.
Lo primero que hicimos es hablar con una psicóloga del sector educativo que forma parte de la tribu donde estamos. Con ella hablé sobre los problemas de adaptación de la escuela con nos niños NAS. Y me estuvo explicando cómo funcionaban algunas escuelas públicas de la zona y como era la adaptación y la integración con niños de alta sensibilidad. Esto y toda la información que buscamos nos ayudó mucho a saber qué tipo de escuela queríamos para nuestro hijo.
A partir de aquí teníamos claro hacia donde teníamos que enfocar nuestra investigación y que teníamos que hacer. El siguiente paso era saber si se podía escolarizar un niño a medio curso en otra escuela de la zona. Pero enseguida nos dijeron que NO. Un niño no puede cambiar de escuela así porque sí. Puede cambiar si es por un cambio de domicilio fuera de la población donde estudia y también si se puede demostrar que el niño sufre bulling o algún tipo de acoso dentro la escuela. Afortunadamente, no cumplíamos con ninguno de los dos requisitos.
Pero todavía quedaba un poco de esperanza. Y era sacar el niño de la escuela y llevarlo a un Madre de Día. Esta idea nos gustó bastante, pero los precios eran muy elevados.
Hablando con mi marido decidimos que dejaríamos un tiempo más el niño en la escuela y si no lo veíamos claro lo sacaríamos e intentaríamos pagar una Madre de Día.
A 2 meses de acabar la escuela os puedo decir que finalmente decidimos quedarnos y acabar el curso. El año que viene irá a otra escuela, pero esto ya os lo explicaré en otro post. ¿Y por qué nos quedamos? Pues a pesar de que la escuela no nos guste y haya muchos aspectos que choquen con nosotros, la maestra nos gusta mucho. Y creo que sabe llevar a Ïu muy bien. A pesar de que él no se ha acabado de adaptar en la escuela. Al final, la maestra debe seguir unas directrices pactadas en la escuela, pero hemos tenido la suerte de que es mucho más respetuosa del que la escuela realmente es. Y ha ayudado a hacer el curso más fácil y llevadero. También hay que decir que tiene un gran amor hacia Ïu.
¿Cómo me he sentido llevando a mi hijo en una escuela que no me gusta?
Este año ha sido un año muy complicado por mí anímicamente hablando. Ver que la escuela que escogimos entusiasmados no nos gusta para nuestro hijo y no poder hacer mucho al respeto ha estado muy duro.
Así que si estáis en una situación similar uno envío mucha fuerza y os podéis poner con contacto conmigo si os hace falta.